De vuelta a Obregón.

Nunca me pareció importante decir de dónde era. Pueblos, ciudades y países, son todas ilusiones. A nadie le importa realmente de donde somos; pero sí importan las causas por las que un corazón se aferra a latir. Si la fuerza de su latido es porque el corazón recuerda ese lugar como la propia sangre que bombea, entonces el dueño de ese corazón está maldito. Ya nunca podrá entender la vida como algo que puede tener sino que la vida será algo que le falta. Reflexiones. Lourdes Luluk. De vuelta a Obregón veinte años después y para Le Pera veinte años no es nada pues todo camino es la vuelta que nos interna a nosotros dentro de un soplo de vida Los sigo los rastros de aquel desierto en mi piel como una crema de arena que escuda de los que irrumpen la calma con vocación policía Seré puntual en la hora de aquel de...