Ilota en el absurdo.

Como los demás me encuentran vieja y sin mucha paciencia, ya no me lo preguntan; pero se sorprenderían. También antes respondía que era una pregunta de idiotas preguntarse “¿por qué?” Transformativas, impermanentes, interrelacionadas…extraordinarias, así es como son las cosas, todas. Si hasta un señor bajito, de ojos rasgados, vestido ridículamente, metido a monje, lo puede saber... imagínate yo que lo encuentro –además, una justificación perfecta, para nunca tener que responder por qué no visito la tumba de mi padre por su cumpleaños. Reflexiones. Lourdes Lulúk. Decían que el poeta tenía la cabeza como una bombilla rota a la que iban las polillas Mis hermanas y mi madre lo creían un bufón ya sin reina ni corona Hace tiempo de eso tanto lo que hay de un hombre a una medusa Primero al recordarlo me sonrío Como quien usa un sombrero presiento una gala Espacio en memorias minutos que hay entre canciones vaqueras ...