La soledad del desempleo.

Somos unos recién llegados a estos pequeños placeres. Perdonadme (le ruego al gobierno) que no hayamos sido previsores. Hoy mi corazón, como la puerta delantera, está abierto por primera vez desde hace meses. Bancarrota. Raymond Carver. Querida, Katia. Te sorprenderá que te escriba. O no. Desde el primer día me contaste que es común en los hombres de genio ser contradictorios, y que aunque yo no era un hombre de genio sí que era capaz de acciones vulgares y sin sentido aparente. Además me mostraste que justificarnos era el camino más largo hacia lo que al final iba a pasar tarde o temprano. Entonces esta justificación no la voy a desaprovechar, la soledad del desempleo es terrible. Sé que tú te lo podrías imaginar. No te va a gustar que te describa como a una persona que no ha tenido las mismas dificultades que yo, sé que uno no puede experimentar en cabeza ajena. Sin embargo, por lo mismo que hemos platicado alguna vez de las justificaciones, no te defiendas ¿vale? No vivo en...