Este puto sentido de pertenencia a la propiedad privada.

 

Sé que Antonin Artaud ha «visto», en el sentido en que Rimbaud y aún antes Novalis y Arnim habían hablado de «ver»… El drama es que la sociedad a la que cada vez nos honramos menos de pertenecer persiste en considerar como un crimen no expiable que un hombre haya pasado «al otro lado del espejo».

André Breton.


Vaya día de mierda. Son las nueve menos cuarto y ya tengo el ánimo como la vela de un barco en mitad de una tormenta de odio a todo el mundo; lo más salvaje de mi adolescencia, enquistado y radiando hipérboles y epifanías. Pero no es ni la mitad del odio que siento por la idea de ser yo mismo la peor revisión de una pena, que no es pena si la ves a través del tinto color del café que me expide una cafetera Sanremo.

¿Por qué no abandono todavía esta capital veneración de la miseria? ¿Qué tan lejos puede llegar un hombre con tal de comprobar que nunca tuvo un alma que perder? Esta mañana no encuentro confianza en el paso del tiempo, esa que sientes a la par del instante en el que empiezan tus dudas. Esta vez los segundos no corren persiguiendo al primero en llegar. Sino que lo hacen huyendo de quien aún sigue aquí y de lo que está por pasarle a sus neuronas en el duodeno.  

Pero todo es porque ayer vi en televisión Cuando Harry conoció a Sally y adquirí –por $ 40.00 pesos mexicanos al mes, en MUBI, una nueva sospecha ¿alguna puta mierda de utilidad tendrá la verdad? Además creo que he perdido mi puto cinturón Prada y al buscarlo, dieciséis millones de golpes contenidos en pensamientos declaran que hay culpables infiltrados, con la astucia de la pose de inocencia que uno sabe en el cinismo y en la forma en que Sísifo se deshace de la roca.

No

¡ Dios mío !

Cuanto diablo te protege de todas las cosas que podríamos pedirte a favor de estos días oscuros, en los que la aniquilación ofrece el mismo consuelo que tú…

¡ Mi puto cinturón Prada ! Ya me he convencido de que primero fue usado para la asfixiofilia. Que dices: Bueno ¡ Qué bien ! si es lo que se hace, cuando estoy dormido. Entonces Jamás iré en contra de las perversiones si no son en contra de las cosas que necesito para no convertirme en un hijo de puta a lo Joseph Cornelius Hallenbeck.

Pero encima, quien quiera que sea, el lúdico impulsor de los impulsos de Otto Gross me ha jodido otro día de lluvias robándome un coso que me importa una mierda.

¿Por qué tengo yo este puto sentido de pertenencia a la propiedad privada?

Omar Alej.


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