Bildungsroman.
Decía Epícteto que quien empieza a instruirse deja de culpar a los demás para culparse a sí mismo, mientras que el ya instruido no culpa a nadie, ni a los otros ni a él. Conviene aceptar que no todo depende de uno y que ni siquiera los aciertos garantizan nada, son millones las variables que bailan frente a los propios actos, que a veces son un guijarro que cae en mitad del río para dibujar algunos círculos sin alterar el curso de la corriente verdadera. El fracaso del fracaso. Rodrigo Cortes. Mi nombre es Ultra y ya lo sé. No parece un nombre y cuando por fin parece un nombre no parece el nombre de un personaje ordinario como yo. Eso es lo que más odio de los nombres, anuncian la manera en la que serán vistas las personas y se habla muy poco de eso. Quizá los ingenuos hayan sido mis padres. Quizá tuvieran un rasgo extravagante que los hacía sentir capaces de engendrar un hijo desacomplejado. Evidentemente sobrestimaron su calidad humana. A ellos les debo el nombre y también a ...