Madre horizonte y Madre galeras.
Adiós. Estoy extenuado. Entrando en detalles de salud, no he dormido ni comido desde hace casi tres días; tengo un nudo en la garganta, —y hay que trabajar.
No, no te diré adiós,
pues espero verte.
Por lo que más quieras
léeme con mucha atención y trata de comprender.
Sé que esta carta te
afectará dolorosamente, pero en ella hallarás a buen seguro un tono de dulzura,
de ternura e incluso de esperanza que muy rara vez has oído.
Y te quiero.
Cartas a la madre.
Charles Baudelaire.
Aquí en
Sonora
en la Isla
Huivulai
hay quien
habla con el dios de los cristianos
desde el
costado
equivocado
de la costa
Le dirijo
una mirada
por
grabarme en la memoria
esa postal
y me
devuelve
el ida y
muerte de las olas
en la playa
casi roja del recuerdo
Sé de la
tierra
que también
da terremoto
y río de
lava
Sé del mar
que guarda
al fondo de su azul
más cristalino
pescas perdidas
y maderas
que algún día
fueron barcos
y leyendas
que contábamos
perdiendo la niñez
Allá en
Cholula
en
cualquier bar
hay quien
habla con las runas
del destino
y otras cosas
que la piel
nunca enaltece
Hay quien
habla con certeza
el
sobresalto del pasado
en otras
vidas
y hay quien
habla
por seguir igual
al viento
que se
lleva las palabras
pero yo
hablo con La Doña
Y es como
arder con la tormenta
por decirle
que aunque
trueno
lo que
siembro es una sombra
que debía
de dar calma
como un
fruto más allá de las pasiones
Mi ordinaria falta de
tinieblas
Me protejo y
desprotege
mi ilusión
devuelta al sol
como una
flecha recogida en la batalla
de otros
hijos y otras madres
No tendría
que llorarlo
pero el
cielo da en los ojos
del que ve
como el camino
es aún más
largo que el exilio
Quizá añoro
aquel calor
en el que Ella
padecía
con silencio
de nido nocturno
entre las
hojas de un árbol
de ramas
quietas
Siempre dudo
y eso es algo
que al
decir
me vuelve
torpe y egoísta
Ya no
tendremos más ese tiempo
en el que
fuimos libro y lector
Yo era pequeño
tan diminuto
como una pizca de gota de agua
Madre
horizonte y Madre galeras
sigo
buscando voces
dentro mío
para decirte
que te he entendido
Tampoco
entiendo
como es que
después de
todo
las cosas
del mundo
todavía nos
envilecen
Omar Alej.
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