Perdónenme, ilustrísimos y señoras, si no me considero el mal. Perdónenme si recibo el Espíritu Santo sin decírselo a nadie. Perdónenme, Comisarios de Occidente, si no creen que ya he sufrido bastante. Perdónenme. Leonard Cohen.   La ventana está abierta las luces apagadas cruje la reconciliación entre las peleas y las no peleas que en una hora inicia el recuerdo y en otra hora evita el olvido Afuera es un parte de tormenta corre el viento haciendo de la cortina rota una secuencia de olas de tela rota   Me sé en la lista he perdido algo Sigo bebiendo a disgusto del amor de mi madre Me desdibujo a través de un equilibro indigente cerveza ron y pastillas es otro día en la orden Me tragué mis palabras Confieso que he bebido así dijo aquel chico que metió su mano e hizo hablar a mi ausencia pero ya duermo   Emborrono esta lectura de los hechos sobre la gramática de mi parpado interior mi cica...

  Cuando de pronto se oiga, a medianoche a un invisible desfile pasar con músicas fantásticas, con voces tu suerte que declina, tus hazañas que no fueron cumplidas, tus proyectos que fueron todo errores, no los llores para nada. Como dispuesto de hace tiempo ya, valiente, dile por fin adiós a Alejandría que se marcha, y sobre todo no te engañes y no vayas a decir que fue un sueño, que se confundió tu oído. No confíes en tales esperanzas vanas. Como dispuesto de hace tiempo ya, valiente, como te cuadra a ti, que tal ciudad te mereciste, quédate inmóvil junto a la ventana y escucha conmovido, pero no medroso y suplicante como los cobardes, como un placer postrero los sonidos, los raros instrumentos del cortejo sagrado y di por fin adiós a Alejandría que se marcha. El dios abandona Antonio. Constantino Cavafis.

 La inevitable condusión era que en esta parte del mundo había habido un grado de continuidad excepcional entre la vida de hace más de trescientos millones de años y la de hace tan sólo treinta millones. Dilucidar hasta qué punto había persistido esta continuidad después de la era oligocénica, cuando se cerró la caverna, era algo que estaba, desde luego, más allá de cualquier conjetura. En las montañas de la locura. H. P. Lovecraft . Pic by (People are) Strange. Me despedí como un triste que saca un pez del agua Demasiado intrigado y soberbio no sé si llorar es llover me reí Saqué de su cama mi cuerpo sonaba Suzanne Sentí que está vez ni siquiera Leonard sabía qué hacer cuando el mundo es una mujer que te marcha   con la misma prisa con la que te quieres quedar   Estoy vivo hace años y sé que las despedidas dependen de nubes de olas de copos de nieve de jardines y estrellas en granos de arena y de perseguidos que quieren volv...