Cuarenta y dos años.

 

Yo trabajo alegre y concienzudamente dentro de mis medios y posibilidades. Nunca he tenido las pretensiones de ser un pionero o un innovador. Yo recojo las enseñanzas de los viejos; y creo en los límites de lo que va desapareciendo. Vanguardia y retaguardia no tienen para mí ningún sentido. Lo importante es ser fiel a mis impulsos y transmitir, simplemente, el rumor de la vida.

Autocritica. Julio Ramón Ribeyro.


Me preguntas como es

Te respondo que es así

como tiene que ser

 

me duelen las rodillas

mis resacas son una agonía

tener cuarenta y dos años

requiere un esfuerzo mayor

que tener cuarenta y uno

por ejemplo

pero igual no lo sé

Yo no sé

 

La gente que se anticipa a la sabiduría

con la pose en turno

suele ser muy obvia

y algo más mío que la sensación

de estar fuera de lugar

es el propio misterio

En cada conocimiento o causa

la duda

 

Además no siento que el mundo sea el mismo

como para medir hoy las cosas que fueron antes

 

Créeme

mi estancia aquí

lo ha modificado

 

O para bien

o para mal

pero el mundo ha cambiado

conmigo aquí

y lo tengo muy claro

que no se saca ventaja de eso

por el contrario

 

No creo en las historias de “ contra viento y marea ”

lo quise creer alguna vez

pero en un gesto de compasión  

e integridad  

que otros tuvieron conmigo

lo cambié por “ lo tuyo y lo mío

es lo que es nuestro ”

 

Si conservo las cicatrices

no es por rencor o apatía

El presentimiento

de que la broma infinita

nos toma el pelo

al mismo tiempo

que nos convalida los deseos

( al apagar una vela de cumpleaños

o al ver pasar una estrella fugaz )

es lo que tiene desierto el presente

 

Alguna vez tuve tanto dolor

al punto de saber que sería improbable volver a sentirlo

con aquella intensidad   

Por eso a veces es desesperante

conciliar la mediocridad

de los que esperan impunidad  

pero el gato duerme de mi lado de la cama

 

No todas las noches

pero algunas noches sí

 

Omar Alej. 



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