Insecto.
¿Con qué derecho me echa usted en cara mis
verdades? Se permite usted una libertad que yo rechazo. Todo lo que alega es
exacto. Lo reconozco. Pero no le he autorizado a ser franco conmigo […]
Ese maldito yo. Emil
M. Cioran.
Eugenia me
mató
En su libro
de poemas
editado por
la editorial
de su
compañero ahora
Unos versos
en los que habla de mí
Me dibuja
como a un
mono
con parálisis
facial
que no es ni
medio guapo
Tan vulgar
como un insecto
Secular como
una mesa de madera
y vacío de
inspiración
Sin el
coraje de su anhelo
y no es
falso
Mi trabajo
es de cambiario
de ocho a
seis
lunes a
viernes
Me divierto
cuando hay
tiempo
con el
futbol y Adam Sandler
Tan vulgar
como un insecto
Sin coraje
para abrir la pista de baile
en las
bodas
Sin valor
para mudarme
a la
montaña o a una isla
Preocupado por
las cuentas
las facturas
de la luz
y el
alquiler
las medicinas
de mi madre
Son las
cosas que ella dice en su poema
y sí es
cierto
no es
mentira
Lo intenté
Preguntaba
Lo atendía
y lo
pensaba
Quería aprender
a ser
distinto
como ella
Como Eugenia
Busqué ayuda
en la autoayuda
Me tatué
dos caracoles
una espada
nuestras
fechas de cumpleaños
y una rosa
de los vientos
Aunque me dolía
respirar
me metí en
un temazcal
a venerarla
Me hice el raro
y devoré
quinientos libros
de poesía
de relatos
y ocultismo
Además que
cultivé
mi propio
huerto
No las
tengo las maneras del artista
pero fui a una
exposición
de LaChapelle
Comí sopas que echan humo de colores
y bailé con
las estrellas
un ritual
para que el sexo
fuera un trio
sacrificio
con Alice
Kyteler
Y pasó
Un mal día
me reprochó
ser aburrido
Se marchó
porque no
fui más imprudente
Yo volví a
despertarme
para ir a trabajar
y no ser
libre
y no estar
empoderado
con la ley
del universo a mi favor
En el
trayecto
en el último
asiento del colectivo
con una
señora medio dormida
sobre mi
hombro
Quizás alguna
vez
Eugenia me
comentó
que la
poesía no es un arma arrojadiza
Nunca un verdugo
que castigue
a los mediocres
Siempre un
consuelo
para aquellos
que no tienen luz de sol
durante el
día
No es fácil
sentirme feliz por ella
pero lo
intento
Ojala que
no le fuera necesario
subrayar que
yo casi no existo
porque no
soy tan valiente como Eugenia
Omar Alej.
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