Así es.

 

Hombres que salís al suelo por una cuna de hielo y por un sepulcro entráis, ved cómo representáis...

El gran teatro del mundo. Pedro Calderon de la Barca.


A mí nadie me debe nada. Lo que resulta después del amor, cuando el amor no parece tener la fuerza de entonces, es un golpe de aire que impulsa porque adelante algún otro destino también se encamina. Procuraré no hacer más reproches. A mí nadie me debe nada ni siquiera esa ola que llegó de tan lejos a mojar en la arena un instante yo solo. Sigo sin esos besos que un día me dieron y me repliego en la ilusión de las fuentes que aún no se secan en los reflejos de nubes sobre la cara del agua. El mundo es el mundo y funciona según su motor y su tiempo, no lo distingo del sueño que pasa sin detenerse a mirarme ni compadecerme. A mí nadie me debe nada, sé qué fortuna es la dicha aunque la dicha termine por convertirse en vacío.  No hay dios al que pida un milagro, no hay reino que sienta lejano, no hay oro que pague mejor que la sangre al contacto de un nuevo latido. No le pido a Charly un disco además de los discos hechos, no lo encaro a Borges para hablar de mí y me uso de sombra cuando el sol se enfada. A mí nadie me debe nada ni lealtad ni controversia ni aplauso, cada uno es su lío y su propio fuego. Si no hubiera radios ni televisiones ni Brando con Francis yo diría que es obvio que algo así no sea. A mí nadie me debe el recuerdo ni nada. Las aves no sueñan con caminar como yo ni las ramas se mueven crujientes al fin de mis ojos y oídos. Por eso estoy bien con cualquier instante. Si un día es de noche tendré que aprender a mirar sin color y si por la noche aparece el día, será bienvenido a pesar de que puede que sea el final. A mí nadie me debe nada. He sido tocado por tanto y por tantos que esperar siquiera un guiño después, sería no saber qué debo y perder su poder en mí. Ya debo bastante, casi he conseguido decir que estoy vivo sin lugar a dudas.

Omar Alej. 



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