Nunca no (Un sí después de ver El aprendiz de Sumo).

 

Como una perra en celo, atraigo, al parecer, a toda una camarilla de policías y funcionarios de sanidad. El mundo entero se me echará encima algún día con algún pretexto ridículo; sé que en cualquier momento pueden arrastrarme a una mazmorra con aire acondicionado y dejarme allí, bajo las luces fluorescentes y un techo con aislamiento acústico, para que pague el precio de burlarme de todo lo que ellos atesoran en sus corazoncitos de látex.

La conjura de los necios.  John Kennedy Toole


Por donde bajan las calles

para encontrarse con tierra

que sobrevive a sombra 

de ramas 

durante meses sin lluvia

Con las dos manos abiertas

buscando en el barro

de carne y de hueso

exclamando

quien sabe qué alma

 

Pasan también ellos dos

ante un altar de adoquines

Los uniformes a cuadros

de secundaria tal vez

Ella aún más breve que él 

 

Nieblas que hacen sentirse de golpe

las frescas mañanas sin ningún retorno

Hoy conversiones ambiguas :

este recuerdo que abierto  

me hace pensar qué hice yo  

con mi astrolabio de entonces   

cuando tenía un planeta

por cada chica en mi clase  

 

Sé que son buenos amigos

porque se ríen y se besan

a la manera del juego

Reunidos en una esfera

resplandeciendo en los ojos

que son visibles al sur  

en la energía temprana

de la verdad al inicio

cuando a cambiar nunca un no  

cuando la miel todavía

 

Porque ser joven se trata

de no pensar en el tiempo

de no pudrirse sabiendo

 

No los conozco de grandes

Cuando ya tengan cuarenta

y se les llame villanos

por haber sido sin ser

 

Verán en forma a los jueces  

que les dirán que perdieron   

porque pincharon el globo

de las maneras comunes

con su misión de ganar

para la luna una historia

 

Tendrán que verse las caras

con quien los quiera quebrados

del corazón y la fuerza

Los sueñan bajo su mando

los que no son suavidad  

las densas letras en piedra

 

Solo son dos jovencitos  

pero se han visto y borrado

hasta sentirse reales

Toman de su otredad  

las horas bajas más lentas  

el peaje de entrar al gozo

 

La sensación de presión

que se peinó en sus cabezas

porque aprendieron que ellos

tenían mitad de la culpa

sube de pisos a un sándwich  

con la mitad por venir

 

La reverberación de los miedos

busca oponerse a su vista  

como si hiciera llorar

más esa vida que queda

que esa otra vida pérdida 

 

Son por ser niños

un cuento

pero de grandes

distintos  

a los que buscan en orden las flores

 

 

Omar Alej. 



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