Hacinado.
Me llevó mucho tiempo, noches y noches, identificar lo que queda de mí.
El mar. John Banville
No hay nada
muerto dentro de mí
Todo está
vivo y aun late
Ventosa
adherida a la luz mortal
Me lleva al
después
lo que ha
sido antes
Se muestra las
veces
que odio al
camino
y me hace
una presa de riego
para el
solar de mis dudas
En sus
voces sala el consuelo
y sigo
empujado por noches que fueron
de ciudad
saqueada o dormir sin sueño
Ni siquiera
mis muertos murieron
Me habita
lo mismo la rata en el patio
que me
horrorizaba
cuando
éramos niños
que el beso
en la frente que me dio Lucrecia
porque era
muy feo
Adentro
están ellos
con todas
sus cosas
Con sus
convenciones Sus vidas
Quien
tendió su mano
y quien no
miraba hacia mí
mantienen
el ritmo y los llevo
El extraño
que pasa
y saluda
sin levantar la cabeza
el sabor de
entonces del caldo de queso
y el cerro cubierto
de lumbre
Todos son
impulsos reflejos pasiones
derrotas
deseos y son sangre en vena
color en
los ojos
y acento de
ninguna parte
Acampan
abiertos
como un
domingo en mañana
oyéndolo a Jep
También mi
estómago enfermo
asiste y se
brinda
con el
naufragio de barcos
que habían
de volver
pero
regresaron como mondadientes
Incluso
ellos mismos
son los que
me piden que olvide
que eché
bajo tierra
lo que no
existe más
pero no lo
hago
mi acuerdo
es eterno con lo que pasó
Canciones con
caries
me encantan
el pecho
ahí nos da el espacio
el amor de constelaciones
Mi madre y hermanas
Mi Chelo Mis
tías
La calle Mi
amigo El vecino
que se
hiciera un nudo
contra la
vergüenza de no tener gas
La noche en
prisión Resaca espantosa
y aquel
potro muerto
mi vida
sostienen
Aun si cada
vez tengo menos tiempo
no me dejan
solo
Omar Alej.
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