Ser escritor.

 A menudo me comentaba que, con todas las estrategias de las que se había servido en el arte y la vida durante su rica y complicada existencia, habría deseado mantener con mayor firmeza el reconocimiento de que la escritura era su único consuelo, su verdadero propósito.

«Religión, maestros, mujeres, fama, dinero, drogas, el viaje […], nada me coloca tanto, ni me alivia el sufrimiento, como emborronar páginas, escribiendo.»

Adam Cohen / Leonard Cohen. Prologo La llama. 


Comenzó como un catarro

Mis palabras eran fiebre

tos calambres derrames  

picazón tensión ardor

en los vivos lacrimales  

Escribir me fue posible por reflejo

Con los verbos me buscaba

y me encontraba suplicante

temeroso por sentir lo que sentía

Tenía miedo de que al ser me descubrieran

y me hicieran prisionero

como a Madre que volvía por la noche

sin saber si continuar sería posible

Escribí para faltar a la alegría

una pena de ocho años

incapaz de hacer peinar sus pelos necios  

Sumergí en hoja y tinta

la emoción que iba del perro más oscuro

hasta los ángeles vencidos 

Ya decía que era yo mi propio monstruo

 

Adelante en el reloj

y el calendario me zafé de la tristeza  

mordería y chillaría y desertor

Resentido por heridas que pensaba que la luna me había hecho

esa hermana que seguía impenetrable

sin bajarse de su estrado

y sin venir a devolverme mis poderes

Divulgue que al escribir

venían conmigo los naufragios

los vacíos las miserias

y la sangre derramada en una copa

a la salud de sinvergüenzas

Forasteros que perdían al jugar

porque perder era el escudo

de los chicos que con frío y con rencor

besan los pies de quien les come el corazón

me traicionaron

En el nombre de las sombras

pernoctaba en mis palabras

como un gallo enloquecido

tras la niebla

 

Son mil años los que vi

tan solo en meses

Despejado de la risa

infiltrado en el amor  

con soledad y sin confianza

 

Qué más queda Pregunté

Alzó la mano un acordeón

que replicaba en su sonido

tanta lluvia

como besos de calor en las mejillas

de un día azul casi morado

 

Me alegré

fue sin querer

y sin pensar que me alegraba

Quise decir

pero no mal Ya no aquel mal

Tan solo cosas

Mi recién quebrado espejo

comenzó como una cita

Me platicó como llegó

a ser el sueño de un lord ingles  

y cómo se fue detrás de aquella

intensa llama hecha mujer en una higuera

Yo que era no

le dije sí a su volumen

en condición de inundación  

y agradecí

Seguía el dolor

pero con tiempo supe la cura

seguir viviendo  

y ser escritor

uno modesto y sin lectores

pero devoto de imaginarme

volviendo puro sobre las huellas

del perseguido

Ahora escribir es lo que no creo en nada más

Escribir es la verdad No lo que escribo

 

Omar Alej. 



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