Mi tía Chelo.
En la obsesionante
eternidad de estas montañas, inmersa en su enorme copa, encontró una población
de cuatro mil almas, desperdigadas en cien montículos y depresiones. Era una
tierra nueva. Su corazón se animó.
El ángel que nos mira. Thomas Wolfe.
Me dice que
viva consciente
del
privilegio del aire en mi pelo
del agua en
la calle
del fuego
en el patio
de los satélites
lejos
de las
playas cercanas
e incluso
herido
que el
dolor es mitad con uno
y otra
mitad con la vida
Mi tía que
es como un sol
pero roja y
morada y celeste y vainilla
siguiendo
el rastro blanco de luz
Mi tía que
es
lo mismo la
costa
que la
verde ola
el campo de
abierto
y el cielo
cerrado
que es la
tormenta
bregando en
el árbol más alto del valle
y los
caminantes que suben la cuesta
Me dice
regala
lo que no sea
contigo un altar
Que nunca
nada fue mío
además de mi
amor
por el río
y el tren y la lluvia
mi amor por
lo que se va
Mi tía que
puede y que llega
que sana y
renace
y se abre
como un
loto en llamas
con la aspiración
del aliento
acunado en la raíz
y en la
semilla y en los nidos
Mi tía que
es la que brinda
de anhelos
de ellos a los solitarios
Que sabe
decirse
sin alzar
la voz ni mentir
como siendo
el eco de un trueno
Me mira por
dentro
todo lo que
de afuera me llena
y me alza
en los brazos de un día mejor
para bendecirme
Me dice qué
soy
Me dice
palabras
que pueden volverse
a través de
perderme
de memoria
en el alma
lo que no
es más que historia
y lo que sí
está pasando
Cuando en
solo segundos
con su voz
llama a paces
Mi tía que
sabe
del aroma
el color
del sonido
la piel
del sabor
el latido
se deja
decir
que la amo
infantil
con mis
años de antes
de ahora y
mañana
Mi tía que
es su propia madre
y es quien y
es sus hijas
y nietos y
dioses y flores y pausa
Me dice de
algo
que unido
con todo
brota del
silencio
y yo siento
que escucho
un mensaje más
claro
que ese
ruido lejano
que ahora
sé que era yo
Porque mi
tía me dice
que quien
dice yo nunca es
Omar Alej.
Comentarios