Agua de cebada.
Cada momento es fruto
de cuarenta mil años. Los días se desgranan en minutos y zumban como moscas que
vuelan de nuevo hacia la muerte; cada momento es una ventana sobre el tiempo.
He aquí un momento:
El ángel que nos mira.
Thomas Wolfe.
Al
descender el escalón
también me
pinchó
mi reflejo
en el vidrio
Recuerdo afilado
en luz medio día
de Ciudad
Obregón en otoño
Lo que
parece de memoria
pero es un
rito
de las
flores como no son
es una oración
todavía
De la valija
a la mano
el oriundo
hormigueo
de mí en el
desierto
se me recorrió
al parpadeo
De reír a
llorar solo hay tiempo
Multiplico las
caras del fuego
a la vez
que lo uno a un solo rugido
como una abstracción
de futuro
sabiéndome cómo
sin un solo
por qué
y el abrazo
preciso de un Ángel
y mi tía
Chelo esperando
donde antes
me había despedido
La misma estación
de autobuses
olor a
motor que sacude el olvido
Hace años
salía de acá
como la
semilla subiendo a la rama
Las puertas
del mundo se hacen giratorias
Si lo compartí
me regresa
y tan solo
será por haberlo dado
Las aspas
de los ventiladores
parecen hacer
en reversa las cuentas
Los días
que han pasado
entre aquí y
el ahora
los hice
siguiendo un instinto silvestre
dejarme la
piel allá a donde he ido
Vengo por
más cuero
Retomo mi
acento
de tanto
fingirlo
me hablaba
en perdido
y sin más
que una broma
sin hacerme
habladas
supone las
cosas que digo
antes de
decirlas
como cuando
juego
a que el yo
no existe
Qué suave
me sienta el sudor
Desde esta
ciudad
le da riego
al ruido
la
temporada de lluvias
Un hombre
más alto
sale de una
tienda
y me mira engreído
Se sabe que
llego
a donde me
toca
volver a
ser uno de ellos
El Ángel
conduce
con su
calma blanca
bordeando
los baches
Eliuth
muestra signos de su dinastía
tan hija
del sol como las estrellas
Mi tía me
mira que corro
detrás de
mis ojos
buscando las
calles
queriendo llevarme
de todas
las grietas
la profundidad
de su historia
pero es
ilusorio
Reloj roto
de horas
Ni arriba
ni abajo es la vida
Si hay
eternidad
se hace de
momentos
que salen
en camión de Hermosillo
Llegamos a
casa
me siento a
la mesa
empieza la
tarde y más días sin fecha
De todos
los mundos
que sentí
lejanos
este estaba
adentro
entre mi dolor
de barriga
y el revoleteo
de mi falta de aliento
Como un vendaval
pequeñas gotas
de amor que dan sed
para que
busque beber
agua de
cebada
Omar Alej.
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