Algo para morder.
En un tiempo hubo gigantes en la tierra. Juraron que no se dejarían engañar ni por los grandes coches, ni por el amor cinematográfico, ni por la amenaza comunista, ni por The New Yorker .
El juego favorito.
Leonard Cohen.
Ay, dolor
Sé cómo
hueles
desde tus
lapidas el crisantemo
Sé tus
colores
y
laberintos
de cueva a
cueva subterráneas
Sé que premias los atentados
a los
deberes de los valientes
Sé que
traficas con visionados
del frenesí
Sé qué tan
cerca de dónde vienes
qué es lo
que buscas
quienes te
adulan
quienes te exaltan
entre
adjetivos verbos y contracciones
Sé la ecuación
irresuelta
el calibre
de tus balas
penetrando
en el blindaje
de los
escudos
Sin sosiego
y aun así las esperanzas
Ay, dolor
Te sé de
todos instrumento
Del abismo
la mirada que devuelve
a los
curiosos
De la
ausencia una paloma
De las
nubes un espejo que refleja
un cruento
invierno por pasar
y de la
risa un cotidiano
interruptor
Sé qué
pides
Sé qué
clamas
Sé que animas con el viento
a los
molinos bajo el mar
hasta que
el sol sale salado y derritiendo
por la
fuerza de tus olas
Hay dolor
entre las crías
Hay dolor
de aquí al pasado
en el rebaño y en los lobos
Hay dolor
en las mujeres
de camino a
los caminos del norte
y un travesti
que se pincha
porque Lou
de nada más quiere cantar
y hay dolor
bajo una piedra
la que
elijas y levantes y la arrojes
Ay, dolor
me dispongo
a tus vaivenes
y amoríos y
adulterios
En mis
marcas reconoces
los implantes
ya dolidos del jardín de Baudelaire
y cosechas como
muestra del fracaso
de mi huida
hacia adelante
mi anatomía
en la bodega abandonada
en manos de
los vigilantes
Enternece
hay sed de
paz en mi materia
y en mi
espíritu no sé
porque ese
es tuyo
Sé qué
pierdes cuando llueve
y sé qué
ganas en el bingo
si mi madre
pierde ahí treinta monedas
que ganó
chivando a Christo
con el juez
para menores
Ay, dolor
qué bien me
sabes
y me llenas
el vacío
con tus
uñas en mi abdomen
hasta hacer
que lo vomite y pueda verte
Te recuerdo
que si el pacto lo pacté
fue porque
entonces me dolía hasta el dolor
de aquella
hija que no tuve
Pocas cosas
duelen más que ir creciendo
en lo que
amas como pena
Ay, dolor
Hasta
podría encontrarte
en un día perfecto
rodeado de maravillas
orientales
a punto de
nueces uvas y algodones
entre la
piel de un amante que sabe mi nombre
y el jengibre
de mi aliento
en su
estructura genital
como si
nunca la marea de un orgasmo
antes de mí
hubiera sido
después de
calar el humo de la pipa
y avistar
las ondas de los transistores
reimprimiendo
el mundo en espirales
Ay, dolor
no tenía mi
primer diente
y ordenaste
que buscara algo para morder
Omar Alej.
Comentarios