Confesión # 28 09 2021

No se trata de encontrar un lector, se trata de contar. Piensa en una persona de pie, sola en un cuarto. La casa está en silencio. La persona lee un pedazo de papel. No existe nada más. Todas sus venas se pasan al papel. Toma la pluma y escribe en él unos signos que nadie más va a ver, le confiere así como una plusvalía,

y todo lo remata con un gesto
tan privado y preciso como su propio nombre.

Podrías 1. Anne Carson. 


Quizá parece que no

porque parece que soy insensato

De la clase de insensato que usa sogas

donde la ternura preferiría llevar alas

También es cierto que a veces creo que no

pero sé que he hecho cosas terribles

 

Me demuestro así tal cual

sin pátina de barniz

Ya sabía de qué Yo no es una cosa

y mucho menos La gran cosa

 

He juzgado a los viejos

porque no son otra vez los que fueron antes

He pedido perdón más por miedo a perder

que por ser perdonado de pecados que eran

en principio un alivio

 

Mi egoísmo es tal cual

como se describe en los diccionarios

“Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, 

sin cuidarse del de los demás.”

Como la consciencia de todo impostor

también me desprecio

sin reparo ni tregua

pero el significado de la palabra desprecio

no me sale en el google con rigor suficiente

para citarse en el medio

de un despreciable poema como este

 

Robé por amor

mentí por seguir el legado

de aquel día de los niños  

porque no quise faltarle a la luna

ni a los cielos desamparados que empujan

los motores de las fábricas

durante el turno de noche

 

Comí más que mis hermanas y mi madre

cuando hubo que comer

y también moría más que ellas

cuando nos moríamos de hambre

 

Les ladré a los perros como un gato

y les maullé a los gatos

como un fanático del hombre aficionado

a derrochar las multitudes de uno mismo

 

No diré cosas que hice

que le ofendan al recuerdo del amigo

que murió

para sacarme de la muerte

He vivido y como hazaña de mi vida

sigo siendo extraordinario en ser otro y nada más  

 

Metí mi mano al fuego

jugué

Canté persiguiendo la procesión

y la procesión iba hacia adentro

Me emborraché de mal beber

y cada objeto me objetó naturaleza

más allá de cualquier juicio

 

Mira que miré hombres y cruces

y cadenas y mujeres

Un ciempiés seguía dándole de vueltas al planeta

alrededor del corazón de aquel milagro

al que yo quería saber poesía

Al que me entregué sin luchar

 

Omar Alej 



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