Esto es simplemente lo que ha pasado.
antes que intentes sólo un gesto
con la cabeza o el corazón,
todo se ha unido y disgregado
en la ventosa oscuridad
como el polvo de los muertos.
Este lado de la
verdad. Dylan Thomas.
Yo no nací.
Yo me caí.
Es por eso
que mi nombre
en cualquier
lengua
viva o
muerta
en todo
idioma
libre o
preso
se pronuncia
exactamente igual,
Omar,
y lo rompen
las campanas.
Ante su quiebre
fui volando
he vuelto
volando
y ahora estoy
volando…
la tierra
me ciega de sed
noto negras
raíces
a través de
la tinta densa;
pero florecen
en contra
brotes de
hierro.
Toda esta oración
en número y
letra
lleva días
en suspenso
hoy se me
vierte
porqué el
dolor en mis brazos…
una sima
que hoy…
un recuerdo
de vidrio.
Pero antes
he sido arrojado
hacia el
vuelo
por la
mente en llamas de mi madre
sin nacer
también
caída
escapada,
verso de
versos de Garcia Lorca.
Yo no nací.
Yo me caí.
Mi imaginación
es un llanto de aves
por eso
cierro los ojos…
las plumas
con las que el sol adormece
y la fuente
del viento
en la
aurora
son minutos
de agua
donde respirar
porqué yo
que caigo
y lo hago a
través de un abismo
colmado por
hombres con miedo
a
desaparecer.
Centenares de
rostros
rojos de
rabia a la vez
y nada de lo
que pasó
y nada de
lo que vendrá.
El lodo en
la fachada de los bares
donde no
queda uno solo
dijiste empezar
porque no habías
terminado
de lavar tu
histeria.
Dijiste querer
por todas las vidas
que aguardan
en sombras
bajo todo
el peso del mar.
Tan solo
pude pasar por su lado
el hombre
encorvado alzó sus ojos
entonces la
nieve empezó a sepultarlo
no por los
pies sino por la mirada.
Yo no nací.
Yo me caí.
Fue mirándome
al espejo
tentando al
silencio
con
ingenuas amenazas
apurándome a
desvestirme
para que mi
amor
llegará al
corazón del tambor olvidado
-siempre vuelven
a dar las tres con catorce-
como seguir
la senda de la tormenta
como pedir
una estrella
como nombrar
una ola
como volver
a llorar
y no volver
a besar los pies a la virgen
de la desconstrucción.
Yo no nací.
Yo me caí.
Así lo
sentencian
los miles
de años que viviré
y las campanas
dando ruidos de alerta.
Aun si me
oculto en la voz
de algún locutor de radio
sigo escuchando.
Omar Alej.
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