Tiempo.

¿Por qué yo? La gran queja de los constipados. ¿Por qué para mí el mundo no funciona? El hombre solitario sentado en la máquina de porcelana. ¿Qué hice mal ayer? ¿Qué irreductible ribera de mi psique necesita mierda? ¿Cómo puedo empezar algo nuevo con todo lo de ayer dentro de mí? El odiador de la historia agachado sobre el cuenco inmaculado.

Hermosos perdedores. Leonard Cohen.


La noche acontece

toma su forma

es preludio

anticipa que en su claridad termina.

 

Los soles son escalones de un sol solitario que está esperando a estallar.

Las fuentes del día se intercalan,

una hora en relevo decreta que el tiempo que fue

ya no es más y es ahora.

 

Ya no tengo en las manos la correa de aquel bicho.

Hace años que el mar me recuerda a un envase vacío.

Luego avanzo y consigo pisar cada paso con el cuerpo completo;

pero siempre el camino va cambiando de aroma.

Un jardín descompuesto se tiñe de nuevo

con solo abrir un botón.  

 

El final de mi voz suena más que el anhelo de ponerme a cantar.

Cuando llegue el invierno el otoño se habrá terminado

y su ausencia se hará como punta de lanza…

la locura tendrá un gesto de normalidad enferma

sin más delirio que el eco incesante de su vagueza.

 

Habrán cedido las ganas  

y las pirotecnias atronaran detrás

de tus propias voces,

hablando del precio en rebaja

de un kilo de grano de trigo.

 

Entonces vete de ahí,  

sube o baja.

La próxima vez será arriba

o volverá a ser abajo;

pero esta vez se acabó.  

Tu lugar ha sido tomado por una copia de ti.

 

Abre la puerta y ve rota ante el horizonte

tu antigua mascara de amor.


Vuelves a las calles

y fuerzas de dominios ya extintos te persiguen

y se untan de tus sombras y miedos

demonios y fauces de abismos.

 

Terminar no sucede sino después,

cuando cronometrar tu caida otra vez es posible.

 

Omar Alej. 




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